La lengua es uno de los músculos más fuertes del cuerpo, que cumple con toda una serie de funciones esenciales para nuestro organismo. La lengua nos posibilita, entre otros aspectos, el habla, la masticación, la deglución y el gusto. ¿Te lo habrías imaginado alguna vez? Lo cierto es que, en muchos casos, no somos verdaderamente conscientes de ello y, en consecuencia, no le prestamos todo el cuidado que necesita.

La anatomía de la lengua cuenta con un dorso rugoso e irregular, en el que los restos de los alimentos tienden a acumularse si no son debidamente eliminados. Estos pueden implicar la proliferación de bacterias y, en consecuencia, el desarrollo de problemas bucodentales de mayor gravedad, como la caries o la enfermedad periodontal.

Además, la lengua puede sufrir diversas patologías:

• Glositis. La inflamación de este músculo puede darse tanto de forma repentina como crónica. La glositis puede desarrollarse por diferentes motivos, que provocan que aumente considerablemente de tamaño y que aparezcan pequeñas lesiones dolorosas. Esta patología, además, supone una cierta dificultad para hablar o masticar, presenta un color rojo o brillante de la lengua y una hinchazón generalizada de la zona.
• Leucoplasia. Se caracteriza por la aparición de manchas o placas de color blanquecino en la superficie de la lengua. En este caso, el tabaquismo y el alcohol son algunas de las causas de esta afección, junto con una alimentación deficitaria y una mala higiene oral.
• Lengua geográfica. Esta complicación aparece cuando algunas papilas gustativas desaparecen de la superficie lingual, y esta pasa a ser lisa en algunas pequeñas zonas. A pesar de que no se conocen los motivos exactos de su desarrollo, se acostumbra a vincular con una deficiencia de vitamina B, el alcohol y el consumo de alimentos demasiado calientes o picantes. La lengua geográfica, por lo general, tiende a mejorar mediante enjuagues bucales a base de esteroides o con geles antihistamínicos.
• Candidiasis oral. Causada por el hongo llamado cándida, la candidiasis puede desarrollarse cuando las defensas están bajas y el sistema inmunitario no puede evitar que se extienda. Uno de sus síntomas más destacados es la aparición de manchas aterciopeladas y de color blanquecino. Esta, además, provoca la sensación de boca seca en quien la padece.

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